No es verdad
que una imagen valga más de mil palabras. Menos aún cuando se trata de las
palabras de un gran escritor como Henry James. En su libro “La humillación de
los Northmore” publicado por Emecé –que dicho sea de paso, tiene un prólogo de
Borges- hablando sobre una pérdida, nos
regala la siguiente imagen:
“Durante los primeros seis meses se
preguntó qué era lo que ella misma podía hacer, y tuvo gran parte del tiempo la
sensación de que caminaba al lado de un río de rápida corriente sobre el cual
se alejaba flotando un objeto querido. Todo su instinto la empujaba a no
dejarlo escapar, a no perderlo de vista, a apresurarse por la orilla y
adelantarse a algún punto desde el cual pudiera extender el brazo y apresarlo,
y salvarlo. ¡Ah!, sólo seguía flotando; lo mantenía a la vista, porque el río
era largo, pero no descubría ningún punto adecuado para el rescate. Corrió,
vigiló, vivió con su enorme miedo; y todo el tiempo, a medida que disminuía la
distancia al mar, la correntada aumentaba perceptiblemente.”
Lionel
F. Klimkiewicz