sábado, 29 de septiembre de 2012

SUJETO-INCONSCIENTE-SIGNIFICANTE


                                                          


“ Ser Psicoanalista es, sencillamente, abrir los ojos ante la evidencia de que nada es más disparatado que la realidad humana. Si creen tener un Yo bien adaptado, razonable, que sabe navegar, reconocer lo que debe y lo que no debe hacer, tener en cuenta las realidades, sólo queda apartarlos de aquí. El psicoanálisis muestra que no hay nada más necio que un destino humano, o sea, que siempre somos embaucados. Aún cuando tenemos éxito en algo que hacemos, precisamente no es eso lo que queríamos. No hay nada más desencantado que quien alcanza su sueño dorado, basta hablar tres minutos con él...El análisis es darse cuentas de esto, y tenerlo en cuenta.
Si por una suerte extraña atravesamos la vida encontrándonos con gente desdichada, no es accidental no es porque pudiese ser de otro modo. Uno piensa que la gente feliz debe estar en algún lado. Pues bien, si no se quitan eso de la cabeza, es que no han entendido nada del psicoanálisis. Esto es lo que yo llamo tomar las cosas en serio.”


Este comentario que realiza Lacan en el Seminario III es un buen puntapié inicial para comenzar a pensar qué es un psicoanálisis, qué es un sujeto y cómo se pone en juego esto en las entrevistas preliminares, que es el tema al que nos dedicamos.

Podemos partir pensando qué viene a buscar el analizante al análisis.

Dice Lacan que él viene a buscar lo que hay que encontrar, el tropos por excelencia, es decir, su destino. Pero...¿es el análisis una introducción del sujeto a su destino? No. Si algo nos enseña el descubrimiento freudiano, dice Lacan, es a ver en los síntomas una figura que tiene relación con las figuras del destino: no lo sabíamos y ahora lo sabemos. Eso constituye una  diferencia. Saber o no saber es pues esencial en lo que se refiere a la figura del destino.

¿Qué busca en cambio la clínica psicoanalítica? La división del sujeto.

¿Cómo se manifiesta esta división? Freud diría, como un conflicto, es decir, un síntoma, un acto fallido, etc.

Ahora bien, la pregunta que se impone es ¿De qué sujeto estamos hablando? Esta pregunta es esencial porque de cómo sea respondida depende nada más ni nada menos que la clínica. ¿Este sujeto, es el mismo para el psicoanálisis, que para la psicología, la filosofía, etc? Creo que para avanzar en una formación, es preciso realizar esta distinción para no desmoronarse en la práctica y perderse en otros discursos que nada tienen que ver con el psicoanálisis ( aunque le roben ciertas conceptualizaciones).
¿Qué es entonces ese sujeto del que hablamos? Pregunta esencial, ya que de cómo sea respondida dependerá el tipo de clínica que haremos.

Vamos a partir de la concepción de que el sujeto no es la persona, sino que es efecto del significante. No es la persona ni el paciente que nos viene a demandar un análisis. El sujeto es  el efecto específico que toma la palabra bajo transferencia, es del efecto del significante que surge como tal el sujeto.

Lacan va a dar una definición que no va a cambiar en toda su obra “un sujeto es lo que un significante representa para otro significante”

                                             $
                                  S1 ----------S2

La primera consecuencia que podemos extraer de esto es que el sujeto no tiene un sgte. que lo represente, su ser se pierde irremediablemente.

Ahora bien, si decimos que este sujeto no es la persona, no es el Yo, no es la conciencia, tampoco es el inconsciente. es imprescindible diferenciar los conceptos de sujeto – sgte – inconsciente, para luego poder articularlos.
Lacan da dos definiciones de inconsciente:
a)    El inconsciente está estructurado como un lenguaje.
b)     El inconsciente es el discurso del Otro.


Es decir que el inconsciente es la determinación del sujeto por el orden simbólico.. Es un inconsciente que no es interior, no está en las profundidades, sino que lo encontramos en la superficie del discurso. Dice Lacan en“Posición del inconsciente” que el inc. es un lugar a cuya entrada nunca se llega sino en el momento en que están cerrando, y que el único medio para que se abra es llamar desde el interior.. Es un espacio que se reduce a una combinatoria
(S1-S2), es propiamente lo que se llama un borde.

          Podemos introducir un cuadro que nos ayude a pensar esta articulación  sujeto-sgte-inc.:


I I I I I I I I I I I I I I I I I    sgdo.                                             dicho  enunciado

I   I   I    I    I   I   I   I         sgte.     S1-S2    discurso   NP  Ф decir enunciación

  I      I      I     I     I            letra      a = a?   lenguaje



Los palotes del medio son los sgtes del orden simbólico, es la matriz que se apoya sobre lo Real (lo no simbolizado).

Hay dos vertientes del sgte.: a) Los que se apoyan (letras) Son sgtes insignias
                                              b) Los que se combinan en la cadena.


Las marcas, las huellas como diría Freud, fundan al inconsciente. En esas marcas no hay equívoco, porque lo Real no equivoca.

Las cadenas sgtes y los sentidos y significaciones que estas producen no tienen equivalencia con las marcas, hay descompensación, pérdida entre una un “nivel” y otro.

Estas marcas a las que nos referimos, están vacías, y se sustraen a la represión. No están reprimidas, están vacías, lo que se reprime son sgtes. La pulsión aparece en estas marcas, por eso es silenciosa.

Este concepto de vacío se ve ejemplificado en las palabras de E. Cioran que se titula “Rostros de la decadencia”:

“Si, por azar o por milagro las palabras se volatilizasen nos sumergiríamos en una angustia y un alelamiento intolerables. Tal súbito mutismo nos expondría al más cruel suplicio. Es el uso del concepto el que nos hace dueños de nuestros temores. Decimos: la Muerte, y esta abstracción nos dispensa de experimentar su infinitud y su horror. Bautizando las cosas y los sucesos eludimos lo inexplicable: la actividad del espíritu es un saludable trampear, un ejercicio de escamoteo; nos permite circular por una realidad dulcificada, confortable e inexacta. (...) Pero cuando uno vuelve a si mismo y se está solo – sin la compañía de las palabras – se redescubre el universo incalificado, el objeto puro, el acontecimiento desnudo: ¿de dónde sacaremos la audacia para afrontarlos? Ya no se especula sobre la muerte, se es la muerte. (...) Las grandes palabras: destino, infortunio, desgracia, se despojan de su brillo; y es entonces cuando se percibe a la criatura bregando con órganos desfallecientes, vencido por una materia postrada y atónita. Retirad al hombre la mentira de la Desdicha, dadle el poder de mirar por debajo de ese vocablo: no podrá un solo instante soportar su desdicha.”

Una vez planteado que sujeto – inconsciente – significante son conceptos diferentes pero que se articulan entre sí, podemos comenzara pensar como se produce el encuentro del sujeto con el lenguaje.

El encuentro del sujeto (de la necesidad) con la estructura del lenguaje, se produce por medio del Otro.

Cuando el niño grita, hay un puro significante lanzado al campo del A, pero si el A no le da un significado, esto le vuelve al niño como significante puro. En cambio, cuando vuelve con la sanción del A, se resignifica como demanda (por eso la respuesta es lógicamente anterior a la pregunta)


Es así como un mensaje es entonces devuelto en forma invertida.

Hay un encuentro del sujeto, con el A (que Lacan en sus primeros años de enseñanza llama código o tesoro de los significantes), con el campo de los significantes del A. El inconsciente se funda en esa alineación al significante en el campo del A (S1 – S2).


Pero el Otro, es un Otro atravesado por el lenguaje, A. En este encuentro con los significantes de la batería del Otro lo que no es del Otro, es el sujeto. El sujeto es producido por el lenguaje, no por Otro; el Otro, en todo caso, subjetiviza. No es lo mismo, entonces el “sujeto” que la “subjetividad”. El sujeto no es producido por el A porque en la batería no hay ningún significante que presente al sujeto. El sujeto es el –1, el significante que le falta al A.

Este sujeto entonces no es que está por fuera de la cadena significante, sino que está adentro sin ser ningún significante. Por eso es un sujeto evanescente que aparece en los cortes del discurso. Es un sujeto que pertenece a la cadena, en tanto excluido de la cadena.
(esto nos da la base para pensar en la psicopatología la exclusión en la histeria y el aislamiento en la neurosis obsesiva)

Este sujeto, en tanto sustraído, está muerto, por eso la necesariedad de la identificación, que de todos modos nunca alcanza para tapar esa división constitutiva.

                                                            
     
En esta estructura del lenguaje hay dos significantes a los que Lacan llama privilegiados: el Nombre del Padre y el Falo. Son privilegiados porque:
-      son dos operadores
-      operan en los tres registros
-      tienen relación con los tres tiempos del Edipo
-      operan porque no hay referentes, la Cosa está perdida

¿Cómo operan estos significantes en la estructura? Comencemos por el Nombre del Padre. Al ejercer el padre simbólico su función simbólica produce en la subjetividad del niño el reemplazo de la ley caprichosa materna por la ley como instancia exterior a todo personaje; es el significante que en la batería del A aparece como lugar de la ley.

Cuando el deseo de la madre es sustituido por el Nombre del Padre, en la subjetividad del niño aparece la significación fálica, ya que la metáfora paterna es la que produce el punto de almohadillado fundamental.

Al no ser el niño el falo (de la madre) deja de estar identificado con el yo ideal y se identificará con el ideal del yo, I(A)

El falo es el significante destinado a designar en su conjunto los efectos del significado, en cuanto el significante los condiciona por su presencia de significante. Es el elegido de la batería para cumplir con ese destino. Este significante tiene función activa en la determinación de los efectos en que lo significable aparece como sufriendo su marca. El falo funciona velado y funda los tres diques freudianos: vergüenza, repugnancia y asco

Estos dos operadores delimitan un campo, el campo del A, cuya superficie es el discurso.


Cuando Lacan se pregunta para qué sirve un Psicoanalista responde: para hacer un psicoanálisis. El Psicoanalista no busca la cura (ya que esta viene por añadidura) sino que dirige la cura, (y no al paciente), y la dirección de esa  cura es hacia lo Real. Es responsabilidad del analista dirigir esa cura, y de nadie más. Por eso, resulta imprescindible entender que estatuto tiene el sujeto para el psicoanálisis, ya que será la única posibilidad de alcanzar la meta esencial, que es que ese sujeto obtenga cierto margen de libertad en relación con el lugar que ocupó como objeto del deseo como deseo del Otro.


                   

                                                               por  Lionel F. Klimkiewicz





domingo, 23 de septiembre de 2012

TRANSMISIÓN Y REALIDAD





 Uno de los primeros acercamientos que tuve a la enseñanza de Lacan, incluso antes de comenzar a formarme como analista, fue a partir de la lectura del Seminario 3 titulado “Las Psicosis”.

          En ese Seminario hay una frase de Lacan que dice lo siguiente: “Ser psicoanalista es, sencillamente, abrir los ojos ante la evidencia de que nada es más disparatado que la realidad humana”.[1]

          Esta frase de Lacan me impactó. Por un lado me pareció una frase fuerte, contundente, y paradójicamente por otro lado me parecía que lo que decía esa frase abarcaba más de lo que yo estaba entendiendo, que algo se me escapaba.

          Me surgieron por supuesto varias preguntas ¿Por qué Lacan se interesaba en decir eso en sus primeros años de enseñaza? ¿Acaso ser psicoanalista es sencillamente eso? ¿Qué es entonces la realidad?

          Fue así que pasé de los Seminarios a los Escritos, es decir que pasé de leer lo que se escribió de lo que dijo, a leer lo que él escribió. En el texto “De una cuestión preliminar...” para mi sorpresa me encontré con algo que llamó Esquema Rho, en el cual ubica a la realidad, es decir, me encontré con letras (que no tienen realidad) y con un conjunto de frases referidas a ellas bastante oscuras.

          Me pregunté por qué Lacan transmitía esto de esta manera, y entendí que algo me faltaba para comprender. Tal vez porque él hablaba de algo de lo que ya habían hablado. Volví a los textos de Freud y cierto recorrido me hizo llegar a uno de sus primeros textos en donde explica, en uno de sus puntos, qué es la realidad. Ese texto es el “Proyecto de una psicología para neurólogos”. Nueva paradoja, este primer texto en el que Freud explica qué es la realidad, es un texto que no quiso publicar. Estaba entonces leyendo un texto que alguien escribió para que nadie lea. Letras que Freud quiso excluir de la realidad del psicoanálisis.

          Ahora me pregunto ¿Sería disparatado pensar que existe una relación entre el concepto de realidad y el de transmisión?

          Veamos cómo se construye, según Freud en este texto, la realidad.

          Partiendo de la experiencia de satisfacción, Freud dice que si coincide la investidura deseo de la imagen recuerdo con la percepción de ella, la descarga es exitosa puesto que el sistema percepción brinda un signo de realidad objetiva. Tendríamos una identidad de percepción.

          En cambio, si no coincide la investidura deseo de la imagen recuerdo con la percepción, el complejo perceptivo se descompone en una parte constante, idéntica a sí misma, y otra variable. Es el lenguaje quien calificará a la parte constante como “cosa del mundo” y la variable como su atributo o predicado.

          Hay una desemejanza, una discordancia entre la investidura de una huella y la investidura percepción y esto proporciona el envión para el trabajo del pensar.

          Dice Freud “La lucha entre las facilitaciones fijas y las catexias fluctuantes caracteriza el proceso secundario del pensamiento reproductivo en contraste con la serie primaria de asociaciones”[2]. La discordancia produce el despertar de un estado de interés (ya que el objeto está perdido y se busca reencontrarlo) que promueve un proceso cogitativo que intenta establecer un estado de identidad.

          Continúa diciendo Freud: “Si luego de concluido el acto de pensar, el signo de realidad se suma a la percepción, se habrá obtenido un juicio de realidad, la creencia, alcanzándose así las metas de todo el trabajo”[3].

          En el seminario 7 dice Lacan que “El principio de placer recae sobre la percepción pero lo que constituye el proceso primario son los pensamientos. Por su parte el principio de realidad es gobernado por la identidad de pensamiento pero los pensamientos están del lado del principio del placer, son inconscientes”[4].*

          Esto quiere decir que los procesos de pensamiento funcionan a nivel del Principio del Placer, esto es, entre cuero y carne, es decir, entre percepción y conciencia. Procesos de pensamientos que reglan por el Principio del Placer las cargas de las representaciones y la estructura en la que se organiza el inconsciente.

          Agrega Lacan, en su lectura del “Proyecto...” que las vorstellungen gravitan, se intercambian, se modulan según las leyes más fundamentales del funcionamiento de la cadena significante. Significante que se rige por una lógica estricta: es indivisible, funciona por oposición (es lo que los otros no son) y que por si mismo no dice nada    

          Si la negatividad del lenguaje anula al objeto, si el lenguaje mata a la cosa, esto quiere decir que no hay referente. Das Ding está perdido. Es por eso que el significante se une con el significado sólo mediante un casamiento bastardo.
         
Por un lado tenemos entonces que el inconsciente, tal como lo descubre Lacan en la experiencia analítica, está estructurado como un lenguaje.
         
Por otro lado, que el sujeto, efecto de esa estructura, queda dividido por la acción del significante, sujetado entonces a otra escena que desconoce: la realidad de su inconsciente.
         
La realidad entonces es realidad psíquica, ficción creada por las huellas, las marcas primeras.
         
Realidad que está marcada de entrada, dice Lacan, por el anonadamiento simbólico.

En resumen, esa desemejanza de la que hablamos, lleva en si misma el germen de la pérdida inaugural abriendo así el camino del deseo.

          Ahora bien, retomando nuestro tema, ¿Qué se transmite en psicoanálisis? ¿Cuándo hay transmisión?

          Creo que sólo podemos dar cuenta que hubo transmisión por sus efectos, y esto es apres-coup. ¿Qué quiere decir esto?

          La transmisión, como acción y como efecto, debe apuntar a eso que hace que la realidad humana sea disparatada, tal como la nombra Lacan, es decir, a eso que la sostiene, que la arma. Realidad armada por letras, que son el soporte material del significante, tal como nos muestra Lacan en su Esquema R.

          ¿Por qué debería apuntar a eso?

 Para producir la máxima desemejanza posible entre la huella y el signo de realidad, ya que esta es la única manera que el deseo se vehiculice, poniendo en descubierto la falta que lo inaugura. Ese es su efecto                
 
Podemos decir también que la transmisión, que tiene la misma raíz etimológica que entrometerse, como acción se entromete en esa relación entre la huella y el signo de realidad.
     
          Ahora bien, podemos realizar un contrapunto entre la transmisión y la educación, y decir que la transmisión es posible pero la educación es imposible, como decía Freud. Educar es demandarle al sujeto que debe adaptarse a la realidad que él A le ofrece, es decir petrificarlo, unificando el significado y el significante para que nada equivoque (y las cosas marchen como quiere el Amo). Ilusión de comunicación, malentendido irremediable.

Podemos pensar, siguiendo a Lacan en el Seminario 3, que una transmisión debe permitir al sujeto permanecer en una posición problemática que siempre deje la puerta abierta a una progresiva rectificación. Ya que, como dice Borges en “Las ruinas Circulares” , nada se puede esperar de aquellos que aceptan con pasividad la doctrina pero sí de aquellos que arriesgan a veces, una contradicción razonable.


Es claro asimismo, que no todo es transmisible, ya que las letras, los matemas, necesitan de las palabras para transmitirse y siempre faltará alguna. Es decir que un discurso por el que se lleve adelante una transmisión llevará consigo lo que no es posible de transmitir.

El sujeto que recibe lo transmitido luego de dar cuenta de los efectos de esa transmisión produce algo novedoso en su realidad.

¿Qué nos quiere transmitir entonces Lacan con esta frase del Seminario 3 a la que me referí en un principio?

Tal vez que solo  un sujeto podrá dar cuenta del disparate que es su propia realidad ( “no toda es vigilia la de los ojos abiertos”dice Macedonio), es decir, desadaptarse a la realidad en la que estuvo viviendo desde que está inmerso en un discurso, mediante un análisis, para producir nuevos lazos que partan de su propio deseo.

Es en el dispositivo analítico donde se crean las condiciones de la transmisión.

Pero esto lleva tiempo. “No hay que comprender demasiado rápido” decía Lacan. Dar cuenta de ese disparate de la realidad es comprenderlo, y eso lleva un tiempo, el tiempo de comprender, que es sujeto por sujeto. No hablo del historicismo, sino del tiempo como efecto de la estructura.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         
                                                            Lionel F. Klimkiewicz

                                                    
 Bibliografía


Freud, S., “Proyecto de una psicología para neurólogos” Obras completas, Tomo I, Buenos Aires, Biblioteca Nueva, 1981.
Lacan, J., El Seminario, Libro II,”El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica” , Buenos Aires, Paidos, 1983
Lacan, J., El Seminario, Libro III, “Las psicosis”, Buenos Aires, Paidos, 1984.
Lacan, J., El Seminario, Libro VII, “La ética del psicoanálisis”, Buenos Aires, Paidos, 1988.
Lacan, J., El Seminario, Libro IX, “La identificación”, inédito.
Lacan, J., “Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis” en Escritos II, Buenos Aires, Siglo XXI, 1987.
Rabinovich, Diana., “Sexualidad y significante”, Buenos Aires, Manantial,1986.
Piciana, H., “El saber referencial: un obstáculo a la formación del analista”, Buenos Aires, Conversación Analítica, 2003.
Piciana, H., “El dispositivo analítico”, Conferencia dictada en el servicio de Asistencia Primaria 2 del Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial J. T. Borda, octubre de 2004.
Borges, J. L.,  “Las ruinas circulares”, El Aleph., Obras Completas, Buenos Aires, Emecé Editores, 1996.
     Corominas, J., “Breve diccionario etimológico de la lengua castellana”, Madrid, Gredos, 1996. 


[1] Lacan,J., El Seminario, Libro III, Las psicosis, Buenos Aires, Piados, 1984.  
[2] Freud, S.,”Proyecto de una psicología para neurólogos” Obras Completas, Tomo I, Biblioteca Nueva, 1981.
[3] Freud, S., ibid.
[4] Lacan, J., El Seminario, Libro VII, La ética del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1988.
* Esto es retomado por Lacan en su seminario IX cuando dice “El mundo, pues, ese mundo cuya función de realidad está ligada a la función perceptiva, es, no obstante, aquella en torno de lo cual no progresamos en nuestro saber sino por la vía de la identidad de pensamiento. Esto no es para nosotros una paradoja, lo que sí es paradójico es leer en el texto de Freud que lo que busca el inconsciente, lo que quiere, lo que constituye la raíz de su funcionamiento, de su puesta en juego, es la identidad de percepción, es decir que esto no tendría literalmente ningún sentido si aquello de lo que se trata no fuera más que esto: que la relación del inconsciente con lo que busca en su modo propio de retorno es justamente eso que una vez percibido es lo idénticamente idéntico, si se puede decir, lo percibido de esa vez, esa sortija que paso al dedo con la marca de esa vez, y es esto justamente lo que faltará siempre: es que en toda especie de otra reaparición de lo que responde al significante original, en el punto donde está la marca que el sujeto ha recibido de lo que sea que esté en el origen de la Urverdrangt, faltará siempre a lo fuera que venga a representarla, esa marca que es la marca única del surgimiento original de un significante original que se presentó una vez en el momento en que el punto, el algo de la Urverdrangt en cuestión, pasó a la existencia inconsciente, a la insistencia en este orden interno que es el inconsciente, entre, por una parte lo que recibe del mundo exterior donde tiene cosas para ligar, por el hecho de que al ligarlas  bajo una forma significante, no puede recibirlas sino en su diferencia, y es por esto que no puede de ninguna satisfacerse por esta búsqueda de la identidad de percepción si es esto mismo lo que lo especifica como inconsciente”.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

FAULKNER Y EL NOBEL

                                                      

                                              



Estas son las palabras que dijo William Faulkner (1867-1962) el día que le entregaron el premio Nobel, con sus ideas en torno a lo que es escribir, hablar, y en definitiva, vivir:

"Creo que este honor no se confiere a mi persona sino a mi obra, la obra de toda una vida en la agonía y vicisitudes del espíritu humano, no por gloria ni en absoluto por lucro sino por crear de los elementos del espíritu humano algo que no existía. De manera que esta distinción es mía solo en calidad de depósito. No será difícil encontrar, para la parte monetaria que extraña, un destino acorde con los elevados propósitos de su origen.
Pero también me gustaría hacer lo mismo con el renombre, aprovechando este momento como pináculo desde el cual me escuchen los hombres y mujeres jóvenes que se dedican a la misma lucha y afanes entre los cuales ya hay uno que algún día se parará aquí donde yo estoy.
Nuestra tragedia actual es un temor general en todo el mundo, sufrido por tan largo tiempo que ya hemos aprendido a soportarlo. Ya no existen problemas del espíritu; sólo queda esta interrogante: ¿Cuándo estallaré? A causa de ella, el escritor o escritora joven de hoy ha olvidado los problemas de los sentimientos contradictorios del corazón humano, que por sí solos pueden ser tema de buena literatura, ya que únicamente sobre ellos vale la pena de escribir y justifican la agonía y los afanes.
Ese escritor joven debe compenetrarse nuevamente de ellos. Aprender que la máxima debilidad es sentirse temeroso; y después de aprenderlo olvidar ese temor para siempre, no dejar lugar en su arsenal de escritor sino para las antiguas verdades y realidades del corazón, las eternas verdades universales sin las cuales toda historia es efímera y predestinada al fracaso: amor y honor, piedad y orgullo, compasión y sacrificio.
Mientras no lo haga así continuará trabajando bajo una maldición. No escribirá de amor sino de sensualidad, de derrotas en que nadie pierde nada de valor, de victorias sin esperanzas y, lo peor de todo, sin piedad ni compasión. Sus penas no serán penas universales y no dejarán huella. No escribirá acerca del corazón sino de las glándulas.
Mientras no capte de nuevo estas cosas, continuará escribiendo como si estuviera entre los hombres sólo observando el fin de la Humanidad. Yo rehúso aceptar el fin de la Humanidad.

Es fácil decir que el hombre es inmortal porque perdurará; que cuando haya sonado la última clarinada de la destrucción y su eco se haya apagado entre las últimas rocas inservibles que deja la marea y que enrojecen los rayos del crepúsculo, aun entonces se escuchará otro sonido: el de su voz débil e inextinguible todavía hablando.

También me niego a aceptar esto.

Creo que el hombre no perdurará simplemente sino que prevalecerá. Creo que es inmortal no por ser la única criatura que tiene voz inextinguible sino porque tiene un alma, un espíritu capaz de compasión, de sacrificio y de perseverancia.
El deber del poeta y del escritor es escribir sobre estos atributos. Ambos tienen el privilegio de ayudar al hombre a perseverar, exaltando su corazón, recordándole el ánimo y el honor, la esperanza y el orgullo, la compasión, la piedad y el sacrificio que han sido la gloria de su pasado.
La voz del poeta no debe relatar simplemente la historia del hombre, puede servirle de apoyo, ser una de las columnas que lo sostengan para perseverar y prevalecer"

sábado, 15 de septiembre de 2012

AUTOAYUDA: HÁGASE MILLONARIO!


                                                                

    
La desigualdad social en el mundo está llegando a límites insospechados. Las crisis financieras y los modelos de ajuste siguen agrandando la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen. Acceder entonces  en los tiempos que corren a un sustento económico digno se hace cada vez más difícil.
Este conjunto de lamentables pero verdaderas frases hechas me permiten fundamentar una idea que quiero proponer a todo aquel que sepa leer y escribir (por suerte el 90% de Latinoamérica está alfabetizada) para que pueda acceder a ganar grandes sumas de dinero de una manera muy sencilla.
          Lo que le propongo es que usted se anime a escribir un libro de autoayuda. Y como por sobre todo me considero un hombre generoso, además de esta idea, le voy a dar los tips (sí, comience a acostumbrarse a usar términos en inglés, ya verá por qué) fundamentales para llevarla a cabo, es decir, voy a enunciar los grandes puntos que no deben faltar en un libro de autoayuda que se precie de tal. Se entiende? Se trata de escribir un verdadero libro de autoayuda, es decir, que el único recompensado será usted!
          Preste atención, que aquí van:

-La idea de la que usted debe partir y nunca olvidar en el transcurso del libro es tan básica y rústica  como loca y equivocada, y se puede enunciar así: “ser feliz es posible y es un derecho”. Ojo! Aquí no se trata de si usted está de acuerdo con ella o no, en todo caso, los fundamentos morales del asunto los trataremos más adelante. Pero le voy adelantando algo: si el Sri Sri Ravi Shankar puede vender aire, por qué usted no va a poder vender humo???

-Usted puede elegir una temática específica, como “el amor y el matrimonio” o una más general como “una existencia sin sufrimientos” o “su vida puede cambiar”. Quédese tranquilo, porque sea como sea, el libro debe ser corto, digamos no más de 200 páginas, ya que la gente que lee estas cosas no suele leer mucho ni cosas interesantes (si no, no estarían leyendo un libro así, por supuesto) y menos libros largos, ya sea porque se aburren o porque necesitan una solución rápida a sus problemas. Tampoco haga ediciones caras, ya que nadie gasta mucho dinero en un libro de estos.

-Divida el libro en varios capítulos, haciendo que cada uno de ellos no dure más que una o dos páginas. La idea es que cada capítulo se pueda leer en cualquier circunstancia y muy rápidamente: en el subte, el baño, la playa, salas de espera, filas de bancos, etc. No olvide que leer estas cosas no requiere gran concentración sino que requieren comodidad (comodidad: no olvide esa palabra)
Titule los capítulos de manera llamativa, sin importar que sea burda. Le doy unos ejemplos: si su libro se trata del amor puede subtitular así: “el amor y la autoestima”, “El amor no tiene edad”, “la búsqueda del amor”, “el amor y la soledad”, “las culpas del amor”, “el secreto de las relaciones plenas”, “el amor y las diferencias”, “el miedo a amar”, “el valor del amor”, “la vida sin amor”, etc. Si trata de la superación personal podrían ser “usted puede”, “aprender de los fracasos”, “el miedo a la frustración”, “la confianza en sí mismo”, “cómo lo lograron otros” (no deje de nombrar a Steve Jobs, que está de última moda), “nuestras aptitudes ocultas”, etc. Si usted va a proponer un “camino espiritual” podría rotular: “los sufrimientos de la vida”, “un camino diferente”, “la salvación en nuestro ser” “una luz infinita”, “descubriéndose a sí mismo”, “la paz interior”,”los diez pensamientos sanadores”, etc.

-Los recursos retóricos que usted vaya a utilizar son fundamentales. Tenga en cuenta que lo esencial es lograr credibilidad, y esta se alcanza realizando un discurso ordenado, coherente, claro. (no se va a poner barroco justo en estas cosas!). Utilice muchas imágenes y comparaciones, ya que sirven para llenar páginas y requieren un coeficiente intelectual menor del lector que el de entender metáforas remilgadas, incluso también es mejor el uso de alegorías, que sería algo así como una metáfora ampliada. El uso de repeticiones y anáforas es indicado, así como también el de sentencias y proverbios. No olvide recurrir a argumentos pragmáticos, que son aquellos que miden los alcances de cualquier acción por sus efectos.
Siempre podrá inventar o sacar de algún lado un cuentito, una parábola, una leyenda, una fábula que permita graficar su idea. No dude en intercalar alguna de estas cada 15 o 20 páginas ya que tienen el agregado de que remitirá al lector muchas veces a recordar los cuentos de su infancia, además de atribuirle a usted una idea y un saber que no le pertenece.

-Otro punto importante es el uso de la citas ya que en lo posible debe haber una por capítulo para acrecentar una supuesta idea de erudición y credibilidad. Las citas pueden ser de dos clases: por un lado frases de algún sabio oriental u occidental, cuanto más alejado en el tiempo mejor (Séneca, Cicerón, Montaigne),  si no las sabe busque en alguna página de Internet de frases célebres, y por el otro las originadas en algún estudio científico realizado en EEUU o Europa, de esos que investigan obviedades (por ejemplo “En un estudio realizado en la universidad de Massachussets en el año 2010 descubrieron que el 80% de las personas comprendidas entre los 30 y los 50 años de edad y que no consumen alcohol más de dos veces por semana en algún momento de su existencia pensaron que la vida es difícil”). Nunca debe realizar una cita extensa de  un autor serio, no vaya a ser cosa que el lector termine leyendo a alguien que dice las cosas mejor que usted.

-Más allá de lo que trate el libro y de lo que usted escriba, hay palabras que no debe olvidar de repetir constantemente. Le doy algunas de esas que son multiuso: felicidad, secreto, autoestima, poder, querer, amar, éxito, logro, frustración, sufrimiento, compartir, etc. Suelen tener mucho efecto también en estos tiempos la utilización de términos originados en la ciencia económica: beneficio, desarrollo, ganancia, creativo, competencia, elasticidad, valor, CEO, motivado, innovador. Deberá también utilizar términos en otro idioma, pero no de cualquier modo. Si usted escribe sobre lo que podríamos llamar las “aptitudes positivas” deberá utilizar mayormente términos en inglés (empowerment, input, out, performance, Management, planning,  markup, post, backup); en cambio, si su libro va a tener un tinte más esotérico, deberá optar por términos orientales (dharma, karma, kenosis, mantra, nirvana, wu wei, shu, ). Atención: no use términos en latín o griego, que son demasiado remilgados para estas cuestiones.

-Fundamental es intercalar recomendaciones y técnicas para lograr el fin buscado: sentirse mejor, amar plenamente, alcanzar el poder que está dentro de nosotros, sanar el corazón, tener una sexualidad creativa, tener un pensamiento estratégico o currarle al prójimo. Estas deben ser escritas de modo concreto y simple como si fueran recetas de cocina (como ésta que le estoy dando yo, no se dio cuenta?). Hágalo sin prejuicio, aggiórnese a los tiempos que corren, en donde a todo el mundo parece que le gusta cocinar y  los chefs pasaron a ser artistas (qué notable! Cientos de años atrás solo cocinaban los esclavos… ah! Por momentos la evolución del hombre me conmueve…).
La base de estas técnicas-recetas –suelen ser la clave de esas rama más específica llamada “libros de superación personal”- está en la apelación a la voluntad, algo así como dejar implícito que “el que quiere puede”. Esto tiene una ventaja importante que es que si el lector no puede, la culpa queda toda del lado de él, y sus consejos y técnicas quedan exentas de cualquier juicio de valor. Esta es una fórmula harto eficaz, porque quién no siente un poco de culpa en su vida?? En síntesis, si el libro no ayuda es por culpa del lector, no suya, me entiende?

-Si el libro tiene una temática espiritual, deberá distinguir entre el Yo y el Ego. Pero no se asuste, no hace falta que se ponga a pensar demasiado al respecto ni que se ponga a estudiar las obras completas de Freud y de Lacan porque se va a embrollar. Solo haga como los otros y diga que el Yo es lo más propio, lo interior, lo más profundo  de nuestro ser, y el Ego lo más ego-ísta, que sería aquello de lo que el lector se debería desprender, junto con el dinero para pagar su libro.

-Es verdad que si usted trabaja en algún medio de comunicación le será más fácil darse a conocer, así que si carece de esta ventaja busque algún modo de hacerlo o invéntese una historia truculenta de la que se supone haya salido victorioso. Lo fundamental es que usted siempre pueda decir “nunca quise escribir un libro, pero me sentí en la necesidad de transmitir mi experiencia y lo sentí como un desafío que me planteo la vida”. En algunas situaciones suma varios puntos realizarse una cirugía estética que lo muestre más joven, como para que su imagen sea la representante de su cambio y su éxito.

Por último, y retomando lo que le decía en un principio sobre los fundamentos morales del asunto, no se preocupe mucho… seguramente gente como Paulo Coelho, Stemateas, Ari Paluch, Liliana Canosa, Pilar Sordó, Bucay, Guillermo Andino, Leo Buscaglia, Claudio María Domínguez, Ravi Shankar, que son los que escriben estos libros muy, muy, muy en serio, se lo van a saber perdonar…


sábado, 8 de septiembre de 2012

MOZART Y LAS INTERRUPCIONES


                                                          



Toda comunidad humana tiene sus mitos.
Dicen, por ejemplo, que escuchar una hora por día  cualquier obra de Mozart hace bien. Esta afirmación, carente de cualquier rigor  científico, será sin duda apoyada por todos aquellos que solemos tomarnos el tiempo suficiente de transitar con nuestros oídos algunas de las múltiples producciones musicales de este músico genial. Hasta podemos llegar al punto de darnos el lujo de intentar convencer con algún argumento no muy sólido (pero referido, eso sí, con un rostro serio acorde a la circunstancia), a algún desprevenido que se ande interesando en ampliar sus gustos musicales.
Sin duda  este “mito”, como cualquier otro, porta alguna verdad. En este caso podemos inferir que esa verdad hace referencia a esas sensaciones que nos pueden generar en el cuerpo las melodías de don Amadeus. Por supuesto que esta opinión puede ser catalogada rápidamente de ser en extremo subjetiva, lo que resulta una objeción imposible de rebatir. Pero siempre podemos utilizar un argumento falaz, pero  convincente a la hora de  defender nuestra idea: ¿Acaso mucha gente se dedica a escuchar música de Mozart una hora por día como para negar que esto sea cierto?
Ahora bien, escuchar música requiere tiempo ( para otro momento quedará la discusión sobre qué es escuchar música). Y en esos momentos donde estamos sentados cómodamente en un sillón, sabiendo que no hay circunstancias o ruidos que nos interrumpan o molesten, con un whisky o una copa de vino en la mano, donde podemos olvidarnos de esas realidades cotidianas que muchas veces lo único que hacen es hacernos perder tiempo, y nos dejamos absorber por la  melodía mozartiana elegida para la ocasión, nos puede ocurrir algo que ninguna habitación herméticamente cerrada, ningún celular apagado, ningún tipo de aislamiento puede evitar: no podemos lograr que una pregunta nos deje de aparecer en nuestra cabeza y nos distraiga un instante: cómo habrá hecho Mozart para componer esto? En que momento se habrá inspirado?
La insistencia de este tipo de preguntas suelen ser los puntos de partida de un creciente interés por saber algo sobre la vida de estas personas inigualables, que admiramos íntimamente, y es así entonces como un día nos encontramos en la calle corrientes comprando algunas biografías  que aunque nunca nos terminan de dejar conformes, por lo menos logran hacernos sentir, una vez leídas, que conocemos a nuestro querido artista más íntimamente, que hasta podemos entablar con ellos una relación de amistad de la cual podremos disfrutar a lo largo de nuestra vida.
En una de estas biografías (la de Maiztegui Casas) se hace referencia al proceso de composición de Mozart, respondiendo un poco a estos interrogantes a los que hago referencia, y que por eso me gustaría compartir:

“Un famoso texto de Fredrich Rochlitz transcribe una conversación en el curso de la cual Mozart le explicó su forma de componer:
‘Cuando me encuentro en buena forma física, ya en un coche durante un viaje, ya dando un paseo después de cenar, o si no consigo dormirme, las ideas me llegan a raudales. No sé de dónde vienen ni cómo llegan, pero ahí están. Guardo entonces las que me gustan, las canto en voz baja-o al menos eso dicen- y poco a poco las voy convirtiendo, en mi cabeza, en algo coherente. La cosa avanza, yo voy desarrollando mentalmente esas ideas, veo todo cada vez con mayor claridad hasta que, en un momento, la obra queda terminada dentro de mi cabeza. Puedo abarcarla de una sola mirada, como si se tratase de un cuadro o de una estatua. No veo la obra en su discurrir, como cuando se representa o ejecuta, sino como si fuese un bloque. Y esto es un regalo de Dios. La invención, la elaboración, todo ello es para mí un sueño magnífico: pero cuando llego a percibir la totalidad de la obra en su conjunto el momento es indescriptible.
(…) Se equivocan totalmente lo que hablan de lo fácil que me resulta componer; os aseguro que no debe haber en el mundo nadie que se haya esforzado tanto como yo para poder dominar el arte de la composición. No sería fácil encontrar un compositor al que yo no haya estudiado con toda aplicación, en muchas ocasiones y de principio a fin.’”

No sé si estas palabras llevarán a alguien a escuchar a Mozart, pero por lo menos aquel que sí lo hace tendrá un motivo menos para que su pensamiento le interrumpa un momento de placer.


                                                   Lionel Klimkiewicz

sábado, 1 de septiembre de 2012

BIOY LECTOR DE BORGES



Para Jorge Luis Borges, una de las astucias para escribir un relato, según él mismo dice, es saber intercalar en él rasgos circunstanciales. Ahora bien, se requiere sin duda cierta maestría para poder hacerlo sin que estos terminen siendo meros rellenos  descriptivos que no aportan nada a una trama. A su vez, también se requiere ser un gran lector para poder descubrir el lugar preponderante de uno de ellos en una narración.
Vayamos a un ejemplo entonces que nos permite comprender este punto de encuentro entre un escritor y un lector.
El 19 de diciembre de 1971 aparece en el diario La Prensa el relato de Borges titulado “La noche de los dones”, que luego en 1975 será incluido en el Libro de Arena.
En él se narran los pormenores de una noche en donde al protagonista le son revelados , al mismo tiempo, el amor y la muerte.
El mismo día de diciembre, Adolfo Bioy Casares  lee la publicación y en su diario personal realiza un sutil comentario, en el que destaca dos elementos del cuento que son de su agrado. Uno de ellos es lo que él llama “la muerte del perro”, refiriéndose a una escena donde podemos decir que comienza el desenlace de la trama a la que nos referimos.
No es la intención aquí realizar un análisis literario al respecto, sino la de proponer la lectura de este cuento de Borges a partir del señalamiento de Bioy. Sin duda sería muy simple decir que entre las múltiples lecturas posibles (literarias, históricas, psicoanalíticas, etc.) la de Bioy es la de un escritor. Pero creo que eso sería reducir cualquier comentario a un modo de hermenéutica y cerraría la posibilidad a una apertura diferente del texto.
La propuesta entonces es la de invitar al lector de estas líneas a leer el texto de Borges a la luz del comentario de su amigo y ubicar el lugar de ese “perro” en la trama, de ese detalle que podría sin dudas no estar, pero que tiene un papel determinante en ella, y poder, por supuesto, dejar abierta las preguntas: qué es leer? cómo leemos?
Un último comentario para aquel que en un rato de ocio tenga ganas de aceptar esta propuesta de lectura: según Bioy, es por los rasgos circunstanciales y las digresiones por donde entra la vida en un relato, y que “con digresiones, con trivialidades ocasionales y caprichos, solamente un maestro forjará la obra de arte”

                                                 Lionel F. Klimkiewicz