Uno de los primeros acercamientos que tuve a
la enseñanza de Lacan, incluso antes de comenzar a formarme como analista, fue
a partir de la lectura del Seminario 3 titulado “Las Psicosis”.
En ese Seminario hay una frase de
Lacan que dice lo siguiente: “Ser psicoanalista es, sencillamente, abrir los
ojos ante la evidencia de que nada es más disparatado que la realidad humana”.[1]
Esta frase de Lacan me impactó. Por un
lado me pareció una frase fuerte, contundente, y paradójicamente por otro lado
me parecía que lo que decía esa frase abarcaba más de lo que yo estaba
entendiendo, que algo se me escapaba.
Me surgieron por supuesto varias
preguntas ¿Por qué Lacan se interesaba en decir eso en sus primeros años de
enseñaza? ¿Acaso ser psicoanalista es sencillamente eso? ¿Qué es entonces la
realidad?
Fue así que pasé de los Seminarios a
los Escritos, es decir que pasé de leer lo que se escribió de lo que dijo, a
leer lo que él escribió. En el texto “De una cuestión preliminar...” para mi
sorpresa me encontré con algo que llamó Esquema Rho, en el cual ubica a la
realidad, es decir, me encontré con letras (que no tienen realidad) y con un
conjunto de frases referidas a ellas bastante oscuras.
Me pregunté por qué Lacan transmitía
esto de esta manera, y entendí que algo me faltaba para comprender. Tal vez
porque él hablaba de algo de lo que ya habían hablado. Volví a los textos de
Freud y cierto recorrido me hizo llegar a uno de sus primeros textos en donde
explica, en uno de sus puntos, qué es la realidad. Ese texto es el “Proyecto de
una psicología para neurólogos”. Nueva paradoja, este primer texto en el que
Freud explica qué es la realidad, es un texto que no quiso publicar. Estaba
entonces leyendo un texto que alguien escribió para que nadie lea. Letras que
Freud quiso excluir de la realidad del psicoanálisis.
Ahora me pregunto ¿Sería disparatado
pensar que existe una relación entre el concepto de realidad y el de
transmisión?
Veamos cómo se construye, según Freud
en este texto, la realidad.
Partiendo de la experiencia de
satisfacción, Freud dice que si coincide la investidura deseo de la imagen
recuerdo con la percepción de ella, la descarga es exitosa puesto que el
sistema percepción brinda un signo de realidad objetiva. Tendríamos una
identidad de percepción.
En cambio, si no coincide la
investidura deseo de la imagen recuerdo con la percepción, el complejo
perceptivo se descompone en una parte constante, idéntica a sí misma, y otra
variable. Es el lenguaje quien calificará a la parte constante como “cosa del
mundo” y la variable como su atributo o predicado.
Hay una desemejanza, una discordancia
entre la investidura de una huella y la investidura percepción y esto
proporciona el envión para el trabajo del pensar.
Dice Freud “La lucha entre las
facilitaciones fijas y las catexias fluctuantes caracteriza el proceso
secundario del pensamiento reproductivo en contraste con la serie primaria de
asociaciones”[2]. La
discordancia produce el despertar de un estado de interés (ya que el objeto
está perdido y se busca reencontrarlo) que promueve un proceso cogitativo que
intenta establecer un estado de identidad.
Continúa diciendo Freud: “Si luego de
concluido el acto de pensar, el signo de realidad se suma a la percepción, se
habrá obtenido un juicio de realidad, la creencia, alcanzándose así las metas
de todo el trabajo”[3].
En el seminario 7 dice Lacan que “El
principio de placer recae sobre la percepción pero lo que constituye el proceso
primario son los pensamientos. Por su parte el principio de realidad es
gobernado por la identidad de pensamiento pero los pensamientos están del lado
del principio del placer, son inconscientes”[4].*
Esto quiere decir que los procesos de
pensamiento funcionan a nivel del Principio del Placer, esto es, entre cuero y
carne, es decir, entre percepción y conciencia. Procesos de pensamientos que
reglan por el Principio del Placer las cargas de las representaciones y la
estructura en la que se organiza el inconsciente.
Agrega Lacan, en su lectura del “Proyecto...”
que las vorstellungen gravitan, se intercambian, se modulan según las leyes más
fundamentales del funcionamiento de la cadena significante. Significante que se
rige por una lógica estricta: es indivisible, funciona por oposición (es lo que
los otros no son) y que por si mismo no dice nada
Si la negatividad del lenguaje anula
al objeto, si el lenguaje mata a la cosa, esto quiere decir que no hay
referente. Das Ding está perdido. Es por eso que el significante se une con el
significado sólo mediante un casamiento bastardo.
Por
un lado tenemos entonces que el inconsciente, tal como lo descubre Lacan en la
experiencia analítica, está estructurado como un lenguaje.
Por
otro lado, que el sujeto, efecto de esa estructura, queda dividido por la
acción del significante, sujetado entonces a otra escena que desconoce: la
realidad de su inconsciente.
La
realidad entonces es realidad psíquica, ficción creada por las huellas, las
marcas primeras.
Realidad
que está marcada de entrada, dice Lacan, por el anonadamiento simbólico.
En
resumen, esa desemejanza de la que hablamos, lleva en si misma el germen de la
pérdida inaugural abriendo así el camino del deseo.
Ahora bien, retomando nuestro tema,
¿Qué se transmite en psicoanálisis? ¿Cuándo hay transmisión?
Creo que sólo podemos dar cuenta que
hubo transmisión por sus efectos, y esto es apres-coup. ¿Qué quiere decir esto?
La transmisión, como acción y como
efecto, debe apuntar a eso que hace que la realidad humana sea disparatada, tal
como la nombra Lacan, es decir, a eso que la sostiene, que la arma. Realidad
armada por letras, que son el soporte material del significante, tal como nos
muestra Lacan en su Esquema R.
¿Por qué debería apuntar a eso?
Para producir la máxima desemejanza posible
entre la huella y el signo de realidad, ya que esta es la única manera que el
deseo se vehiculice, poniendo en descubierto la falta que lo inaugura. Ese es
su efecto
Podemos
decir también que la transmisión, que tiene la misma raíz etimológica que
entrometerse, como acción se entromete en esa relación entre la huella y el
signo de realidad.
Ahora bien, podemos realizar un
contrapunto entre la transmisión y la educación, y decir que la transmisión es
posible pero la educación es imposible, como decía Freud. Educar es demandarle
al sujeto que debe adaptarse a la realidad que él A le ofrece, es decir
petrificarlo, unificando el significado y el significante para que nada
equivoque (y las cosas marchen como quiere el Amo). Ilusión de comunicación,
malentendido irremediable.
Podemos
pensar, siguiendo a Lacan en el Seminario 3, que una transmisión debe permitir
al sujeto permanecer en una posición problemática que siempre deje la puerta
abierta a una progresiva rectificación. Ya que, como dice Borges en “Las ruinas
Circulares” , nada se puede esperar de aquellos que aceptan con pasividad la
doctrina pero sí de aquellos que arriesgan a veces, una contradicción
razonable.
Es claro asimismo, que no todo es
transmisible, ya que las letras, los matemas, necesitan de las palabras para
transmitirse y siempre faltará alguna. Es decir que un discurso por el que se
lleve adelante una transmisión llevará consigo lo que no es posible de
transmitir.
El sujeto que
recibe lo transmitido luego de dar cuenta de los efectos de esa transmisión produce algo novedoso
en su realidad.
¿Qué nos quiere
transmitir entonces Lacan con esta frase del Seminario 3 a la que me referí en
un principio?
Tal
vez que solo un sujeto podrá dar cuenta
del disparate que es su propia realidad ( “no toda es vigilia la de los ojos
abiertos”dice Macedonio), es decir, desadaptarse a la realidad en la que estuvo
viviendo desde que está inmerso en un discurso, mediante un análisis, para
producir nuevos lazos que partan de su propio deseo.
Es
en el dispositivo analítico donde se crean las condiciones de la transmisión.
Pero
esto lleva tiempo. “No hay que comprender demasiado rápido” decía Lacan. Dar cuenta de ese
disparate de la realidad es comprenderlo, y eso lleva un tiempo, el tiempo de
comprender, que es sujeto por sujeto. No hablo del historicismo, sino del
tiempo como efecto de la estructura.
Lionel F. Klimkiewicz
Bibliografía
Freud, S., “Proyecto de una psicología para neurólogos”
Obras completas, Tomo I, Buenos Aires, Biblioteca Nueva, 1981.
Lacan, J., El Seminario, Libro II,”El Yo en la teoría de
Freud y en la técnica psicoanalítica” , Buenos Aires, Paidos, 1983
Lacan, J., El Seminario, Libro III, “Las psicosis”,
Buenos Aires, Paidos, 1984.
Lacan, J., El Seminario, Libro VII, “La ética del
psicoanálisis”, Buenos Aires, Paidos, 1988.
Lacan, J., El Seminario, Libro IX, “La identificación”,
inédito.
Lacan, J., “Una cuestión preliminar a todo tratamiento
posible de las psicosis” en Escritos II, Buenos Aires, Siglo XXI, 1987.
Rabinovich, Diana., “Sexualidad y significante”, Buenos
Aires, Manantial,1986.
Piciana, H., “El saber referencial:
un obstáculo a la formación del analista”, Buenos Aires, Conversación
Analítica, 2003.
Piciana, H., “El dispositivo analítico”, Conferencia
dictada en el servicio de Asistencia Primaria 2 del Hospital Interdisciplinario
Psicoasistencial J. T. Borda, octubre de 2004.
Borges, J. L.,
“Las ruinas circulares”, El Aleph., Obras Completas, Buenos
Aires, Emecé Editores, 1996.
Corominas, J., “Breve
diccionario etimológico de la lengua castellana”, Madrid, Gredos, 1996.
[1] Lacan,J., El Seminario, Libro III, Las psicosis, Buenos Aires, Piados,
1984.
[2] Freud, S.,”Proyecto de una psicología para neurólogos” Obras
Completas, Tomo I, Biblioteca Nueva, 1981.
[3] Freud, S., ibid.
[4] Lacan, J., El Seminario, Libro VII, La ética del psicoanálisis, Buenos
Aires, Paidós, 1988.
* Esto es retomado por Lacan en su
seminario IX cuando dice “El mundo, pues, ese mundo cuya función de realidad
está ligada a la función perceptiva, es, no obstante, aquella en torno de lo
cual no progresamos en nuestro saber sino por la vía de la identidad de
pensamiento. Esto no es para nosotros una paradoja, lo que sí es paradójico es
leer en el texto de Freud que lo que busca el inconsciente, lo que quiere, lo
que constituye la raíz de su funcionamiento, de su puesta en juego, es la
identidad de percepción, es decir que esto no tendría literalmente ningún
sentido si aquello de lo que se trata no fuera más que esto: que la relación
del inconsciente con lo que busca en su modo propio de retorno es justamente
eso que una vez percibido es lo idénticamente idéntico, si se puede decir, lo
percibido de esa vez, esa sortija que paso al dedo con la marca de esa vez, y
es esto justamente lo que faltará siempre: es que en toda especie de otra
reaparición de lo que responde al significante original, en el punto donde está
la marca que el sujeto ha recibido de lo que sea que esté en el origen de la
Urverdrangt, faltará siempre a lo fuera que venga a representarla, esa marca
que es la marca única del surgimiento original de un significante original que
se presentó una vez en el momento en que el punto, el algo de la Urverdrangt en
cuestión, pasó a la existencia inconsciente, a la insistencia en este orden
interno que es el inconsciente, entre, por una parte lo que recibe del mundo
exterior donde tiene cosas para ligar, por el hecho de que al ligarlas bajo una forma significante, no puede
recibirlas sino en su diferencia, y es por esto que no puede de ninguna
satisfacerse por esta búsqueda de la identidad de percepción si es esto mismo
lo que lo especifica como inconsciente”.
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