sábado, 1 de diciembre de 2012

REPETICIÓN Y PSICOSIS







“A muchos llevó a la muerte el que, cambiando frecuentemente de propósito, volvían siempre a lo mismo y no dejaban lugar a la novedad. Comenzó a fastidiarles la vida y el mismo mundo y les salió aquello de los cansados de las delicias: “¿Hasta cuando las mismas cosas?”
Séneca. De la tranquilidad del ánimo.


Una llave es algo que abre, y que para abrir, funciona. Me propuse pensar para este trabajo un acercamiento conceptual al estatuto de la Repetición en la psicosis y su necesariedad para comprender el funcionamiento de  dicha estructura y además interrogar ciertos fenómenos y obstáculos clínicos.
Me gustaría comenzar haciendo una aclaración. Lo que desarrollaré en este trabajo parte de preguntas y obstáculos que se me presentaron en la clínica, pero siempre lo haré con el cuidado de no hacer un universal de las conclusiones que, entonces, se puedan sacar. Ya Freud en su “Esquema del psicoanálisis” decía que “el problema de las psicosis sería sencillo y transparente si el desasimiento del Yo respecto de la realidad objetiva pudiera consumarse sin dejar rastros”, lo que sería lo mismo que decir, a partir de Lacan, que el sujeto psicótico, por estar fuera de discurso, no hace ningún tipo de vinculo social, o más aun que podríamos abordar un concepto, un fenómeno, etc. sin pensar la coexistencia de los tres registros. Por otro lado, no todos los pacientes, sabemos, son como Schreber y Joyce, y además, ¿qué paradoja, no? Los dos grandes casos de psicosis de la historia del psicoanálisis, dos grandes llaves que permitieron repensar innumerables problemas teóricos y clínicos, refieren a dos personas que no atravesaron un dispositivo analítico.
Hecha la aclaración, continúo.
La Repetición no es solo repetición de los signos, reformula Lacan en su Seminario XI, dando paso al par conceptual Automatón y Tické que ya conocemos.
La primera cuestión al respecto con la que nos encontramos en la obra de Lacan,  para pensar el estatuto de la Repetición en la Psicosis es justamente una referencia del Seminario III que muestra a  las claras que dichos conceptos ya comenzaban a ser pensados juntos desde esa época.
Dice Lacan: “Es, no obstante, el termino mas preciso en la teoría de Clerambault, si piensan en la distinción, hoy completamente olvidada, que hace Aristóteles entre automatón y la fortuna. Si vamos directo al significante, es decir, en esta ocasión, con todas las reservas que entraña una referencia como esta, a la etimología, vemos que el automatón es lo que piensa verdaderamente por si mismo, sin vinculo con ese más allá, el ego, que da su sujeto al pensamiento. Si el lenguaje habla por si solo, aquí o nunca tenemos que utilizar el termino de automatismo” (p. 438)
De más está decir que en ese momento Lacan estaba haciendo referencia al concepto de Automatismo mental  que fue para él una llave que le posibilito dar cuenta del funcionamiento de la estructura. ¿Por qué? Porque según él mismo dice, “la llave es la forma de acuerdo con la cual opera o no la función significante”.
Sabemos que la función significante no es la misma según haya o no punto de almohadillado, ya que entonces sus tres tiempos de constitución no pueden completarse y el UNO de la repetición no subsume el conjunto vacío que es el sujeto. Es el efecto de vaciamiento de lo simbólico que falta en la esquizofrenia, por ejemplo, y que llevará a Lacan a decir que en ella todo lo Simbólico es Real.  Es decir que si no se produce dicho efecto, el elemento tiene como referencia el ser de goce.
Al decir esto también hacemos referencia al estatuto de la Demanda en la fórmula de la Pulsión (s^D) en donde además de producirse una deslocalización de goce, no funciona el losange, con el cual nombramos una distancia necesaria sobre esa Demanda que llega a tornarse mortífera ya que mas que nunca el elemento que la compone es imperativo e injuriante.
Por otro lado, la Repetición responde a 3 tiempos que podemos resumir del siguiente modo:
El 1° tiempo, el del encuentro con la experiencia de goce.
El  2° tiempo, de reiteración del rasgo, en donde hay una intervención de la diferencia que introduce la pérdida.
El 3° tiempo, en donde se repite la pérdida y se introduce la imposibilidad de recuperar el goce que vació el rasgo. Marca sobre la huella borrada, nacimiento del significante.
Un significante es una marca, una huella, una escritura, pero no se lo puede leer solo. Tres significantes es el retorno de lo que se trata, e decir del primero” nos dice Lacan en el Seminario IX.
Por esta razón, cuando un elemento retorna en lo Real, en la alucinación por ejemplo, nos encontramos con una “conexión directa de la palabra y el goce”( o  a la cosa), que nos indica una falla en el camino de la simbolización que impide que el sujeto sea representado por un significante en una cadena discursiva: partitura imposible al solo poder escribirse en su pentagrama el ruido de rotas cadenas.
Pero sabemos que no en todos los psicóticos se presenta este fenómeno del significante en lo Real, o dicho de otra manera, no todos los psicóticos alucinan.
Es decir que tenemos que interrogar la llave pero también la cerradura.

Podemos entonces permitirnos dar un rodeo y abordar este estatuto de la Repetición desde otro ángulo.
Sabemos que la falta del NP como solución al problema de la Castración, implica que el sujeto psicótico esté más propenso al encuentro con lo Real que el neurótico, ya que a ese encuentro el sujeto no puede responder con el fantasma. Podríamos ubicar entonces diferentes formas de tratamiento de esa angustia: el delirio, el pasaje al acto, el evitamiento, la escritura, la creación, etc.
Me gustaría detenerme en dos de ellas por ser tal vez las que más frecuentemente se encuentran en la clínica.
Por un lado el delirio, que es, como ya decía Freud, un intento de curación debido a que es una tentativa de significantizacion del goce deslocalizado y que pretende dar sentido a una significación enigmática, que suele sumir al sujeto en un estado de perplejidad. El delirio, como ya lo indicaba la psiquiatría del siglo XIX, tiene diferentes etapas o fases que marcan, como bien dice J.C.Maleval, diferentes modos “de la relación del sujeto con el goce”.
Aquí entonces nos podemos remitir a otra indicación de Lacan en el Seminario III:
El fenómeno persecutorio adquiere el carácter de signos indefinidamente repetidos, y el perseguidor, en la medida que es su sostén, no es mas que la sombra del objeto persecutorio”
Indefinidamente repetidos…en una metonimia sin fin, podemos agregar, que intenta introducir algún sentido y mantiene al sujeto (paranoico) en el registro de la alienación significante; hablamos de un intento de ligar al sujeto a una cadena significante (un excelente ejemplo de esto es lo que desarrolla Víctor Tausk en su trabajo “de la génesis de la máquina de influencia en la esquizofrenia”) Demás está  recordar lo dificultoso que es en el trabajo analítico lograr que eso se acote (si se requiere hacerlo, por supuesto). Aquí es donde la medicación muchas veces suele tener grandes efectos.
En un extremo del delirio nos podemos encontrar con la “desconfianza” en tanto síntoma primario de la paranoia, como decía Freud, en donde a veces simples gestos de un a´ pasan a convertirse en signos o fenómenos de franja que provocan una defensa y ejemplifican ese nudo de trébol que Lacan utiliza para mostrar la continuidad de las dimensiones Imaginaria, Simbólica y Real. . Un paciente me decía, hablando de su desconfianza, lo que para él era una pseudoburla “cuando alguien me dice algo, lo miro, y por sus gestos me doy cuenta si se burla o no, y no me equivoco. Entonces, lo agredo.”
En el otro extremo, la posibilidad de producir una metáfora delirante sería índice de que el elemento de la Repetición no esta desanudado. Punto en que se posibilita, por un lado, conferir una significación a la falta en el A (o al ser viviente del sujeto) y por otro una introducción al lazo social.
La otra forma de tratamiento de la angustia a la que quería referirme era, a la que C. Soler llama “evitamiento”, que son “todas las maneras que un sujeto puede encontrar para evitar la coyuntura angustiante”. Podríamos agregar, ¿por qué no? “evitamiento del encuentro”. Tal vez sea esta la defensa más usual con la que nos podemos encontrar. Es la que encontramos en forma extrema en muchos pacientes de larga internación para quienes lo asilar juega un papel importante, o sujetos que viven con sus familias encerrados en sus casa, y muchas variantes mas.
Generalmente se trata de sujetos muy ritualizados, ritualización que  les permite evitar encuentros angustiantes. Esta ritualización funciona casi como un precario punto de almohadillado que permite armar un espacio y una temporalidad finitos, una topografía cotidiana que permite armar una necesaria costumbre que a veces posibilita dar consistencia a las cosas, evitando ser interrogado por la contingencia de un encuentro (que provocaría la aparición de un significante mortífero).
Ritualización que se sostiene en la Repetición  que el goce precisa y de la cual el sujeto se sirve para lograr una estabilización muchas veces precaria, pero efectiva, al ser un modo de introducirse en una alienación simbólica que se le hace necesaria para evitar la contingencia, y que le permite hacer un montaje pulsional sobre un objeto imaginario. En muchas oportunidades, es justamente la falla de este automatón la que el sujeto nos viene a avisar con angustia ya que sabe que puede ser el preludio de una desestabilización.
Por otro lado, a pesar de que hay que diferenciar en el diagnostico el evitamiento del negativismo y de posiciones melancólicas, sin embargo, a veces, varias, ocurre que se caracteriza a estos pacientes como abúlicos. Puede ser que lo sean. Pero hay que tener en cuenta, que este tratamiento por la evitacion es parte de lo que se llama el trabajo de la psicosis. Es decir, que es un trabajo. Digo esto porque a veces nos movemos en una delgada cornisa con respecto a la ética y la dirección de la cura. Porque por un lado, muchas veces se intenta lograr que el paciente se “adapte” a ciertas convenciones sociales y se corre el riesgo de desencadenar al sujeto por pretender que realice supuestos “logros” y entonces se lo saca del recorrido que se armó (ni que hablar si además se entromete una fantasía de felicidad burguesa del analista). Otras veces sucede lo opuesto y se realizan indicaciones que restringen al sujeto por creer que si toma ciertas decisiones se va a desestabilizar (esta vez suelen ser fantasías maternales las que sobrevuelan los consultorios). Por eso, ironías aparte, tal vez haya que evaluar las posibilidades de encuentro de ese sujeto e incluso tomar esto como elemento diagnostico y de dirección de la cura.

Para terminar, y en relación a esto, una última cuestión a la que quería referirme. Sabemos que es muy frecuente encontrar en el sujeto psicòtico la aparición de un delirio, pero que este exista no implica que se haya constituido una metáfora delirante que posibilite una estabilización tal como la planteaba Lacan. Una pregunta que quiero dejar planteada es entonces ¿por qué un sujeto no termina de constituir un delirio? Puede suceder que la constitución de una metáfora delirante se interrumpa porque ciertas prácticas de reorganización de los fenómenos son más efectivas? Dicho de otra manera… ¿Es que se abandona un tratamiento de la angustia por otro? ¿Es que uno es màs efectivo que otro? Tal vez si. Tal vez evitar, ritualizar, permita producir por medio del automatòn una reorganización mas efectiva del goce deslocalizado. Y si bien la medicación, como ya fue planteado, suele producir efectos importantes, leemos en antiguos historiales que, muchos años atrás, el aislamiento era utilizado porque era una forma de disminuir la producción delirante. Producción delirante que se pone en juego cada vez que se produce un encuentro con lo Real.
Creo entonces que así como en la neurosis diferenciamos distintas modalidades del deseo como defensa en relación al fantasma, tal vez en las psicosis debemos hacer hincapié en distinguir los diferentes tratamientos de lo Real y cómo en la estructura y la historia del sujeto aparecen los elementos que lo permiten.

Con esto finalizo este modesto acercamiento a la problemática de la Repetición en la psicosis, sin olvidar que, en definitiva, si no hay relación sexual, no veo porqué una llave debería entrar perfectamente en una cerradura.

Lionel F. Klimkiewicz

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BIBLIOGRAFIA

-*La forclusión del nombre del padre* J.C. Maleval- Ed. Piados-2002
-*El inconciente a cielo abierto en la psicosis* C. Soler-JVE ediciones-2004
-*El goce* N. Braunstein- Ed. Siglo XXI-2006
-*Seminario 3* J. Lacan- Ed. Paidós-1986
-*Esquema del psicoanálisis* S. Freud- Obras Completas-Ed . Biblioteca Nueva

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