sábado, 29 de junio de 2013

TRANSMISIÓN Y REALIDAD


 Uno de los primeros acercamientos que tuve a la enseñanza de Lacan, incluso antes de comenzar a formarme como analista, fue a partir de la lectura del Seminario 3 titulado “Las Psicosis”.

          En ese Seminario hay una frase de Lacan que dice lo siguiente: “Ser psicoanalista es, sencillamente, abrir los ojos ante la evidencia de que nada es más disparatado que la realidad humana”.[1]

          Esta frase de Lacan me impactó. Por un lado me pareció una frase fuerte, contundente, y paradójicamente por otro lado me parecía que lo que decía esa frase abarcaba más de lo que yo estaba entendiendo, que algo se me escapaba.

          Me surgieron por supuesto varias preguntas ¿Por qué Lacan se interesaba en decir eso en sus primeros años de enseñaza? ¿Acaso ser psicoanalista es sencillamente eso? ¿Qué es entonces la realidad?

          Fue así que pasé de los Seminarios a los Escritos, es decir que pasé de leer lo que se escribió de lo que dijo, a leer lo que él escribió. En el texto “De una cuestión preliminar...” para mi sorpresa me encontré con algo que llamó Esquema Rho, en el cual ubica a la realidad, es decir, me encontré con letras (que no tienen realidad) y con un conjunto de frases referidas a ellas bastante oscuras.

          Me pregunté por qué Lacan transmitía esto de esta manera, y entendí que algo me faltaba para comprender. Tal vez porque él hablaba de algo de lo que ya habían hablado. Volví a los textos de Freud y cierto recorrido me hizo llegar a uno de sus primeros textos en donde explica, en uno de sus puntos, qué es la realidad. Ese texto es el “Proyecto de una psicología para neurólogos”. Nueva paradoja, este primer texto en el que Freud explica qué es la realidad, es un texto que no quiso publicar. Estaba entonces leyendo un texto que alguien escribió para que nadie lea. Letras que Freud quiso excluir de la realidad del psicoanálisis.

          Ahora me pregunto ¿Sería disparatado pensar que existe una relación entre el concepto de realidad y el de transmisión?

          Veamos cómo se construye, según Freud en este texto, la realidad.

          Partiendo de la experiencia de satisfacción, Freud dice que si coincide la investidura deseo de la imagen recuerdo con la percepción de ella, la descarga es exitosa puesto que el sistema percepción brinda un signo de realidad objetiva. Tendríamos una identidad de percepción.

          En cambio, si no coincide la investidura deseo de la imagen recuerdo con la percepción, el complejo perceptivo se descompone en una parte constante, idéntica a sí misma, y otra variable. Es el lenguaje quien calificará a la parte constante como “cosa del mundo” y la variable como su atributo o predicado.

          Hay una desemejanza, una discordancia entre la investidura de una huella y la investidura percepción y esto proporciona el envión para el trabajo del pensar.

          Dice Freud “La lucha entre las facilitaciones fijas y las catexias fluctuantes caracteriza el proceso secundario del pensamiento reproductivo en contraste con la serie primaria de asociaciones”[2]. La discordancia produce el despertar de un estado de interés (ya que el objeto está perdido y se busca reencontrarlo) que promueve un proceso cogitativo que intenta establecer un estado de identidad.

          Continúa diciendo Freud: “Si luego de concluido el acto de pensar, el signo de realidad se suma a la percepción, se habrá obtenido un juicio de realidad, la creencia, alcanzándose así las metas de todo el trabajo”[3].

          En el seminario 7 dice Lacan que “El principio de placer recae sobre la percepción pero lo que constituye el proceso primario son los pensamientos. Por su parte el principio de realidad es gobernado por la identidad de pensamiento pero los pensamientos están del lado del principio del placer, son inconscientes”[4].*

          Esto quiere decir que los procesos de pensamiento funcionan a nivel del Principio del Placer, esto es, entre cuero y carne, es decir, entre percepción y conciencia. Procesos de pensamientos que reglan por el Principio del Placer las cargas de las representaciones y la estructura en la que se organiza el inconsciente.

          Agrega Lacan, en su lectura del “Proyecto...” que las vorstellungen gravitan, se intercambian, se modulan según las leyes más fundamentales del funcionamiento de la cadena significante. Significante que se rige por una lógica estricta: es indivisible, funciona por oposición (es lo que los otros no son) y que por si mismo no dice nada    

          Si la negatividad del lenguaje anula al objeto, si el lenguaje mata a la cosa, esto quiere decir que no hay referente. Das Ding está perdido. Es por eso que el significante se une con el significado sólo mediante un casamiento bastardo.
         
Por un lado tenemos entonces que el inconsciente, tal como lo descubre Lacan en la experiencia analítica, está estructurado como un lenguaje.
         
Por otro lado, que el sujeto, efecto de esa estructura, queda dividido por la acción del significante, sujetado entonces a otra escena que desconoce: la realidad de su inconsciente.
         
La realidad entonces es realidad psíquica, ficción creada por las huellas, las marcas primeras.
         
Realidad que está marcada de entrada, dice Lacan, por el anonadamiento simbólico.

En resumen, esa desemejanza de la que hablamos, lleva en si misma el germen de la pérdida inaugural abriendo así el camino del deseo.

          Ahora bien, retomando nuestro tema, ¿Qué se transmite en psicoanálisis? ¿Cuándo hay transmisión?

          Creo que sólo podemos dar cuenta que hubo transmisión por sus efectos, y esto es apres-coup. ¿Qué quiere decir esto?

          La transmisión, como acción y como efecto, debe apuntar a eso que hace que la realidad humana sea disparatada, tal como la nombra Lacan, es decir, a eso que la sostiene, que la arma. Realidad armada por letras, que son el soporte material del significante, tal como nos muestra Lacan en su Esquema R.

          ¿Por qué debería apuntar a eso?

 Para producir la máxima desemejanza posible entre la huella y el signo de realidad, ya que esta es la única manera que el deseo se vehiculice, poniendo en descubierto la falta que lo inaugura. Ese es su efecto                
 
Podemos decir también que la transmisión, que tiene la misma raíz etimológica que entrometerse, como acción se entromete en esa relación entre la huella y el signo de realidad.
     
          Ahora bien, podemos realizar un contrapunto entre la transmisión y la educación, y decir que la transmisión es posible pero la educación es imposible, como decía Freud. Educar es demandarle al sujeto que debe adaptarse a la realidad que él A le ofrece, es decir petrificarlo, unificando el significado y el significante para que nada equivoque (y las cosas marchen como quiere el Amo). Ilusión de comunicación, malentendido irremediable.

Podemos pensar, siguiendo a Lacan en el Seminario 3, que una transmisión debe permitir al sujeto permanecer en una posición problemática que siempre deje la puerta abierta a una progresiva rectificación. Ya que, como dice Borges en “Las ruinas Circulares” , nada se puede esperar de aquellos que aceptan con pasividad la doctrina pero sí de aquellos que arriesgan a veces, una contradicción razonable.


Es claro asimismo, que no todo es transmisible, ya que las letras, los matemas, necesitan de las palabras para transmitirse y siempre faltará alguna. Es decir que un discurso por el que se lleve adelante una transmisión llevará consigo lo que no es posible de transmitir.

El sujeto que recibe lo transmitido luego de dar cuenta de los efectos de esa            transmisión produce algo novedoso en su realidad.

¿Qué nos quiere transmitir entonces Lacan con esta frase del Seminario 3 a la que me referí en un principio?

Tal vez que solo  un sujeto podrá dar cuenta del disparate que es su propia realidad ( “no toda es vigilia la de los ojos abiertos”dice Macedonio), es decir, desadaptarse a la realidad en la que estuvo viviendo desde que está inmerso en un discurso, mediante un análisis, para producir nuevos lazos que partan de su propio deseo.

Es en el dispositivo analítico donde se crean las condiciones de la transmisión.

Pero esto lleva tiempo. “No hay que comprender demasiado rápido” decía  Lacan. Dar cuenta de ese disparate de la realidad es comprenderlo, y eso lleva un tiempo, el tiempo de comprender, que es sujeto por sujeto. No hablo del historicismo, sino del tiempo como efecto de la estructura.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      

                                                   Lionel F. Klimkiewicz

                                                   



Bibliografía



Freud, S., “Proyecto de una psicología para neurólogos” Obras completas, Tomo I, Buenos Aires, Biblioteca Nueva, 1981.
Lacan, J., El Seminario, Libro II,”El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica” , Buenos Aires, Paidos, 1983
Lacan, J., El Seminario, Libro III, “Las psicosis”, Buenos Aires, Paidos, 1984.
Lacan, J., El Seminario, Libro VII, “La ética del psicoanálisis”, Buenos Aires, Paidos, 1988.
Lacan, J., El Seminario, Libro IX, “La identificación”, inédito.
Lacan, J., “Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis” en Escritos II, Buenos Aires, Siglo XXI, 1987.
Rabinovich, Diana., “Sexualidad y significante”, Buenos Aires, Manantial,1986.
Piciana, H., “El saber referencial: un obstáculo a la formación del analista”, Buenos Aires, Conversación Analítica, 2003.
Piciana, H., “El dispositivo analítico”, Conferencia dictada en el servicio de Asistencia Primaria 2 del Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial J. T. Borda, octubre de 2004.
Borges, J. L.,  “Las ruinas circulares”, El Aleph., Obras Completas, Buenos Aires, Emecé Editores, 1996.
     Corominas, J., “Breve diccionario etimológico de la lengua castellana”, Madrid, Gredos, 1996. 



[1] Lacan,J., El Seminario, Libro III, Las psicosis, Buenos Aires, Piados, 1984.  
[2] Freud, S.,”Proyecto de una psicología para neurólogos” Obras Completas, Tomo I, Biblioteca Nueva, 1981.
[3] Freud, S., ibid.
[4] Lacan, J., El Seminario, Libro VII, La ética del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1988.
* Esto es retomado por Lacan en su seminario IX cuando dice “El mundo, pues, ese mundo cuya función de realidad está ligada a la función perceptiva, es, no obstante, aquella en torno de lo cual no progresamos en nuestro saber sino por la vía de la identidad de pensamiento. Esto no es para nosotros una paradoja, lo que sí es paradójico es leer en el texto de Freud que lo que busca el inconsciente, lo que quiere, lo que constituye la raíz de su funcionamiento, de su puesta en juego, es la identidad de percepción, es decir que esto no tendría literalmente ningún sentido si aquello de lo que se trata no fuera más que esto: que la relación del inconsciente con lo que busca en su modo propio de retorno es justamente eso que una vez percibido es lo idénticamente idéntico, si se puede decir, lo percibido de esa vez, esa sortija que paso al dedo con la marca de esa vez, y es esto justamente lo que faltará siempre: es que en toda especie de otra reaparición de lo que responde al significante original, en el punto donde está la marca que el sujeto ha recibido de lo que sea que esté en el origen de la Urverdrangt, faltará siempre a lo fuera que venga a representarla, esa marca que es la marca única del surgimiento original de un significante original que se presentó una vez en el momento en que el punto, el algo de la Urverdrangt en cuestión, pasó a la existencia inconsciente, a la insistencia en este orden interno que es el inconsciente, entre, por una parte lo que recibe del mundo exterior donde tiene cosas para ligar, por el hecho de que al ligarlas  bajo una forma significante, no puede recibirlas sino en su diferencia, y es por esto que no puede de ninguna satisfacerse por esta búsqueda de la identidad de percepción si es esto mismo lo que lo especifica como inconsciente”.

domingo, 16 de junio de 2013

LUNA DE CARNAVAL (CUENTO)


Era de noche y la quietud de las calles del pueblo contrastaba con el ánimo de Isabela. Faltaban apenas dos días para el baile de carnaval y por su cabeza pasaban pensamientos que no la dejaban en paz. Había esperado con ansias esas vacaciones de verano en la casa de sus abuelos desde el año anterior, cuando conoció a ese joven que le hizo sentir por primera vez el amor. Pero ahora, a poco de volver a tenerlo frente suyo estaba desesperada, angustiada. Sabía que él había venido ese fin de semana especialmente para los bailes. Ya se lo había cruzado esa mañana por la calle y habían cambiado unas pocas palabras.
Pero ahora no sabía qué hacer. Había pasado todo el día pensando cómo iba a ser su disfraz  y nada la convencía. Quería poder encontrar el modo de sentirse lo suficientemente especial, para que él se fijara nuevamente en ella, pero todo atuendo que se probaba la hacía sentir ridícula, incapaz de provocarle el menor sentimiento a alguien.
Así se sentía cuando salió al jardín donde estaban sus abuelos, disfrutando del brillo de la luna -algo que para Isabela en esos momentos era imposible de hacer.
-¿Qué pasa mi chiquita que tiene esa cara?-Preguntó con sorpresa la abuela, y agregó-: Siéntese con nosotros y cuente nomás, que cuando la luna brilla así todos los problemas se aclaran…
-¡¿Qué me va a pasar?! En dos días es el baile y yo no encuentro de qué disfrazarme! Todo me queda mal, todo me queda horrible…
-Ponete el disfraz que te trajiste, ¿Acaso no lo compraste especialmente?-preguntó el abuelo.
-¡Ni loca me lo pongo! Ya me enteré que Manuela tiene uno igual.¡ Lo que me falta! ¡Llegar y encontrarme con otra que se puso lo mismo que yo! Después de eso, el suicidio…
-Lo peor no sería eso, sino que te disfraces de vos misma y nadie te reconozca…
-¡No estoy para chistes abuelo! Lo mejor que puedo hacer es no ir. ¿Para qué? ¿Para pasarla mal? Total esos bailes son siempre iguales…Mejor hago como ustedes y me quedo aquí mirando la luna…
-La luna solo se puede disfrutar si uno está tranquila, mi cielito-le dijo con dulzura la abuela- porque es como un espejo que siempre te va a devolver el reflejo de tu alma. Además…¿Te vas a perder el baile? ¡Si siempre la pasás bien! Mirá…¿Por qué mejor ahora no vas a dormir?
-Tenés razón abuela, es lo mejor que puedo hacer…
Y tal vez fue esa misma luna que sus abuelos habían aprendido a disfrutar con el correr de la vida la que le envió un sueño de esos que no se olvidan fácilmente. En él, Isabela se encontraba caminando una noche por una de las calles del pueblo, sola. De pronto, en una antigua casa aparecía una persona vestida de blanco que ella no conocía, y que la invitaba a acercarse. En la puerta había un cartel que decía “Carnaval de Pandora”. Al momento siguiente se encontraba dentro de un salón enorme, interminable, decorado con colores distintos, contrastantes. A su alrededor aparecían muchas personas, bailando una música muy alegre. Comenzaba entonces a caminar por el salón y notaba que todos estaban disfrazados de una manera muy extraña. Algo de esos disfraces le resultaba familiar, pero los miraba y sentía que no podía llegar a captar de qué se trataba. Decidía entonces comenzar a preguntar y acercándose a alguien que estaba bailando le preguntó  “vos quién sos?”, la persona la miró con sorpresa y le respondió, casi a los gritos en medio de la música, “soy la alegría”, “y yo la amargura” agregó la que bailaba a su lado. Sorprendida, se iba acercando a otros que le iban diciendo “yo soy la envidia”, “yo soy el amor mi querida”, “yo soy el odio”, “y yo la tristeza”; así fue que se fueron presentando la belleza, la ignorancia, la valentía, el temor, la angustia, la felicidad y muchos otros más, mientras Isabela los miraba casi con perplejidad. Hasta que al fin, alguien que dijo ser “la duda” le preguntó a ella “y vos quién sos?”; en ese preciso momento Isabela por primera vez se mira y nota que está vestida con la misma ropa que la mañana de ese día llevaba puesta al encontrarse con el joven que había robado su corazón. Entonces, titubeando, sintiendo que no sabía qué responder, logra decir “soy…¿yo misma?”. Todos hicieron un instante de silencio, la miraron, hasta que uno de ellos, el que antes se había presentado diciendo “soy la verdad”, exclamó: “¡¡¡Entonces nosotros somos vos!!! ¡¡¡Esto es carnaval!!!”, y todos estallaron en una risa y se pusieron a bailar.
Y como de los sueños nadie puede hacerse el desentendido, Isabela despertó esa mañana con la sensación de que algo había pasado. Se levantó y se dirigió al parque donde ya estaban sus abuelos tomando mate. Era temprano, y el aire fresco de la mañana, el sol y unos pastelitos caseros la terminaron de despabilar.
Luego de saludarlos les dijo:
-Cualquiera diría que pasaron aquí toda la noche…
-Siempre que podemos, en verano, nos levantamos a ver el amanecer-dijo la abuela acercándole un mate- El aire fresco de la mañana siempre trae algo agradable…como si todo naciera por primera vez…y a los viejos eso nos gusta mucho…
-Dormiste bien Isa?- Le preguntó el abuelo.
-Si…-respondió, y luego de un momento de silencio, dirigió una mirada cómplice a su abuela y agregó:-ya lo decidí y voy a necesitar tu ayuda. Para el baile me voy a vestir toda de blanco. Voy a ser la Luna. La que refleje el alma de los que me miren ¡Ja! ¿Qué les parece?
-Qué buena idea!-dijo la abuela con una sonrisa-Es así, la luna, este sol tan lindo, las flores, los pájaros, son la única realidad verdadera, lo demás es un juego que hay que aprender a jugar…como el carnaval, mi chiquita, como el carnaval…        

    FIN

Lionel F. Klimkiewicz