sábado, 29 de septiembre de 2012

SUJETO-INCONSCIENTE-SIGNIFICANTE


                                                          


“ Ser Psicoanalista es, sencillamente, abrir los ojos ante la evidencia de que nada es más disparatado que la realidad humana. Si creen tener un Yo bien adaptado, razonable, que sabe navegar, reconocer lo que debe y lo que no debe hacer, tener en cuenta las realidades, sólo queda apartarlos de aquí. El psicoanálisis muestra que no hay nada más necio que un destino humano, o sea, que siempre somos embaucados. Aún cuando tenemos éxito en algo que hacemos, precisamente no es eso lo que queríamos. No hay nada más desencantado que quien alcanza su sueño dorado, basta hablar tres minutos con él...El análisis es darse cuentas de esto, y tenerlo en cuenta.
Si por una suerte extraña atravesamos la vida encontrándonos con gente desdichada, no es accidental no es porque pudiese ser de otro modo. Uno piensa que la gente feliz debe estar en algún lado. Pues bien, si no se quitan eso de la cabeza, es que no han entendido nada del psicoanálisis. Esto es lo que yo llamo tomar las cosas en serio.”


Este comentario que realiza Lacan en el Seminario III es un buen puntapié inicial para comenzar a pensar qué es un psicoanálisis, qué es un sujeto y cómo se pone en juego esto en las entrevistas preliminares, que es el tema al que nos dedicamos.

Podemos partir pensando qué viene a buscar el analizante al análisis.

Dice Lacan que él viene a buscar lo que hay que encontrar, el tropos por excelencia, es decir, su destino. Pero...¿es el análisis una introducción del sujeto a su destino? No. Si algo nos enseña el descubrimiento freudiano, dice Lacan, es a ver en los síntomas una figura que tiene relación con las figuras del destino: no lo sabíamos y ahora lo sabemos. Eso constituye una  diferencia. Saber o no saber es pues esencial en lo que se refiere a la figura del destino.

¿Qué busca en cambio la clínica psicoanalítica? La división del sujeto.

¿Cómo se manifiesta esta división? Freud diría, como un conflicto, es decir, un síntoma, un acto fallido, etc.

Ahora bien, la pregunta que se impone es ¿De qué sujeto estamos hablando? Esta pregunta es esencial porque de cómo sea respondida depende nada más ni nada menos que la clínica. ¿Este sujeto, es el mismo para el psicoanálisis, que para la psicología, la filosofía, etc? Creo que para avanzar en una formación, es preciso realizar esta distinción para no desmoronarse en la práctica y perderse en otros discursos que nada tienen que ver con el psicoanálisis ( aunque le roben ciertas conceptualizaciones).
¿Qué es entonces ese sujeto del que hablamos? Pregunta esencial, ya que de cómo sea respondida dependerá el tipo de clínica que haremos.

Vamos a partir de la concepción de que el sujeto no es la persona, sino que es efecto del significante. No es la persona ni el paciente que nos viene a demandar un análisis. El sujeto es  el efecto específico que toma la palabra bajo transferencia, es del efecto del significante que surge como tal el sujeto.

Lacan va a dar una definición que no va a cambiar en toda su obra “un sujeto es lo que un significante representa para otro significante”

                                             $
                                  S1 ----------S2

La primera consecuencia que podemos extraer de esto es que el sujeto no tiene un sgte. que lo represente, su ser se pierde irremediablemente.

Ahora bien, si decimos que este sujeto no es la persona, no es el Yo, no es la conciencia, tampoco es el inconsciente. es imprescindible diferenciar los conceptos de sujeto – sgte – inconsciente, para luego poder articularlos.
Lacan da dos definiciones de inconsciente:
a)    El inconsciente está estructurado como un lenguaje.
b)     El inconsciente es el discurso del Otro.


Es decir que el inconsciente es la determinación del sujeto por el orden simbólico.. Es un inconsciente que no es interior, no está en las profundidades, sino que lo encontramos en la superficie del discurso. Dice Lacan en“Posición del inconsciente” que el inc. es un lugar a cuya entrada nunca se llega sino en el momento en que están cerrando, y que el único medio para que se abra es llamar desde el interior.. Es un espacio que se reduce a una combinatoria
(S1-S2), es propiamente lo que se llama un borde.

          Podemos introducir un cuadro que nos ayude a pensar esta articulación  sujeto-sgte-inc.:


I I I I I I I I I I I I I I I I I    sgdo.                                             dicho  enunciado

I   I   I    I    I   I   I   I         sgte.     S1-S2    discurso   NP  Ф decir enunciación

  I      I      I     I     I            letra      a = a?   lenguaje



Los palotes del medio son los sgtes del orden simbólico, es la matriz que se apoya sobre lo Real (lo no simbolizado).

Hay dos vertientes del sgte.: a) Los que se apoyan (letras) Son sgtes insignias
                                              b) Los que se combinan en la cadena.


Las marcas, las huellas como diría Freud, fundan al inconsciente. En esas marcas no hay equívoco, porque lo Real no equivoca.

Las cadenas sgtes y los sentidos y significaciones que estas producen no tienen equivalencia con las marcas, hay descompensación, pérdida entre una un “nivel” y otro.

Estas marcas a las que nos referimos, están vacías, y se sustraen a la represión. No están reprimidas, están vacías, lo que se reprime son sgtes. La pulsión aparece en estas marcas, por eso es silenciosa.

Este concepto de vacío se ve ejemplificado en las palabras de E. Cioran que se titula “Rostros de la decadencia”:

“Si, por azar o por milagro las palabras se volatilizasen nos sumergiríamos en una angustia y un alelamiento intolerables. Tal súbito mutismo nos expondría al más cruel suplicio. Es el uso del concepto el que nos hace dueños de nuestros temores. Decimos: la Muerte, y esta abstracción nos dispensa de experimentar su infinitud y su horror. Bautizando las cosas y los sucesos eludimos lo inexplicable: la actividad del espíritu es un saludable trampear, un ejercicio de escamoteo; nos permite circular por una realidad dulcificada, confortable e inexacta. (...) Pero cuando uno vuelve a si mismo y se está solo – sin la compañía de las palabras – se redescubre el universo incalificado, el objeto puro, el acontecimiento desnudo: ¿de dónde sacaremos la audacia para afrontarlos? Ya no se especula sobre la muerte, se es la muerte. (...) Las grandes palabras: destino, infortunio, desgracia, se despojan de su brillo; y es entonces cuando se percibe a la criatura bregando con órganos desfallecientes, vencido por una materia postrada y atónita. Retirad al hombre la mentira de la Desdicha, dadle el poder de mirar por debajo de ese vocablo: no podrá un solo instante soportar su desdicha.”

Una vez planteado que sujeto – inconsciente – significante son conceptos diferentes pero que se articulan entre sí, podemos comenzara pensar como se produce el encuentro del sujeto con el lenguaje.

El encuentro del sujeto (de la necesidad) con la estructura del lenguaje, se produce por medio del Otro.

Cuando el niño grita, hay un puro significante lanzado al campo del A, pero si el A no le da un significado, esto le vuelve al niño como significante puro. En cambio, cuando vuelve con la sanción del A, se resignifica como demanda (por eso la respuesta es lógicamente anterior a la pregunta)


Es así como un mensaje es entonces devuelto en forma invertida.

Hay un encuentro del sujeto, con el A (que Lacan en sus primeros años de enseñanza llama código o tesoro de los significantes), con el campo de los significantes del A. El inconsciente se funda en esa alineación al significante en el campo del A (S1 – S2).


Pero el Otro, es un Otro atravesado por el lenguaje, A. En este encuentro con los significantes de la batería del Otro lo que no es del Otro, es el sujeto. El sujeto es producido por el lenguaje, no por Otro; el Otro, en todo caso, subjetiviza. No es lo mismo, entonces el “sujeto” que la “subjetividad”. El sujeto no es producido por el A porque en la batería no hay ningún significante que presente al sujeto. El sujeto es el –1, el significante que le falta al A.

Este sujeto entonces no es que está por fuera de la cadena significante, sino que está adentro sin ser ningún significante. Por eso es un sujeto evanescente que aparece en los cortes del discurso. Es un sujeto que pertenece a la cadena, en tanto excluido de la cadena.
(esto nos da la base para pensar en la psicopatología la exclusión en la histeria y el aislamiento en la neurosis obsesiva)

Este sujeto, en tanto sustraído, está muerto, por eso la necesariedad de la identificación, que de todos modos nunca alcanza para tapar esa división constitutiva.

                                                            
     
En esta estructura del lenguaje hay dos significantes a los que Lacan llama privilegiados: el Nombre del Padre y el Falo. Son privilegiados porque:
-      son dos operadores
-      operan en los tres registros
-      tienen relación con los tres tiempos del Edipo
-      operan porque no hay referentes, la Cosa está perdida

¿Cómo operan estos significantes en la estructura? Comencemos por el Nombre del Padre. Al ejercer el padre simbólico su función simbólica produce en la subjetividad del niño el reemplazo de la ley caprichosa materna por la ley como instancia exterior a todo personaje; es el significante que en la batería del A aparece como lugar de la ley.

Cuando el deseo de la madre es sustituido por el Nombre del Padre, en la subjetividad del niño aparece la significación fálica, ya que la metáfora paterna es la que produce el punto de almohadillado fundamental.

Al no ser el niño el falo (de la madre) deja de estar identificado con el yo ideal y se identificará con el ideal del yo, I(A)

El falo es el significante destinado a designar en su conjunto los efectos del significado, en cuanto el significante los condiciona por su presencia de significante. Es el elegido de la batería para cumplir con ese destino. Este significante tiene función activa en la determinación de los efectos en que lo significable aparece como sufriendo su marca. El falo funciona velado y funda los tres diques freudianos: vergüenza, repugnancia y asco

Estos dos operadores delimitan un campo, el campo del A, cuya superficie es el discurso.


Cuando Lacan se pregunta para qué sirve un Psicoanalista responde: para hacer un psicoanálisis. El Psicoanalista no busca la cura (ya que esta viene por añadidura) sino que dirige la cura, (y no al paciente), y la dirección de esa  cura es hacia lo Real. Es responsabilidad del analista dirigir esa cura, y de nadie más. Por eso, resulta imprescindible entender que estatuto tiene el sujeto para el psicoanálisis, ya que será la única posibilidad de alcanzar la meta esencial, que es que ese sujeto obtenga cierto margen de libertad en relación con el lugar que ocupó como objeto del deseo como deseo del Otro.


                   

                                                               por  Lionel F. Klimkiewicz





No hay comentarios:

Publicar un comentario