sábado, 1 de septiembre de 2012

BIOY LECTOR DE BORGES



Para Jorge Luis Borges, una de las astucias para escribir un relato, según él mismo dice, es saber intercalar en él rasgos circunstanciales. Ahora bien, se requiere sin duda cierta maestría para poder hacerlo sin que estos terminen siendo meros rellenos  descriptivos que no aportan nada a una trama. A su vez, también se requiere ser un gran lector para poder descubrir el lugar preponderante de uno de ellos en una narración.
Vayamos a un ejemplo entonces que nos permite comprender este punto de encuentro entre un escritor y un lector.
El 19 de diciembre de 1971 aparece en el diario La Prensa el relato de Borges titulado “La noche de los dones”, que luego en 1975 será incluido en el Libro de Arena.
En él se narran los pormenores de una noche en donde al protagonista le son revelados , al mismo tiempo, el amor y la muerte.
El mismo día de diciembre, Adolfo Bioy Casares  lee la publicación y en su diario personal realiza un sutil comentario, en el que destaca dos elementos del cuento que son de su agrado. Uno de ellos es lo que él llama “la muerte del perro”, refiriéndose a una escena donde podemos decir que comienza el desenlace de la trama a la que nos referimos.
No es la intención aquí realizar un análisis literario al respecto, sino la de proponer la lectura de este cuento de Borges a partir del señalamiento de Bioy. Sin duda sería muy simple decir que entre las múltiples lecturas posibles (literarias, históricas, psicoanalíticas, etc.) la de Bioy es la de un escritor. Pero creo que eso sería reducir cualquier comentario a un modo de hermenéutica y cerraría la posibilidad a una apertura diferente del texto.
La propuesta entonces es la de invitar al lector de estas líneas a leer el texto de Borges a la luz del comentario de su amigo y ubicar el lugar de ese “perro” en la trama, de ese detalle que podría sin dudas no estar, pero que tiene un papel determinante en ella, y poder, por supuesto, dejar abierta las preguntas: qué es leer? cómo leemos?
Un último comentario para aquel que en un rato de ocio tenga ganas de aceptar esta propuesta de lectura: según Bioy, es por los rasgos circunstanciales y las digresiones por donde entra la vida en un relato, y que “con digresiones, con trivialidades ocasionales y caprichos, solamente un maestro forjará la obra de arte”

                                                 Lionel F. Klimkiewicz


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